Me sorprendió la noche pensando en la luna,
me sorprendió intentando escalar a los tejados y volviendo a caer,
intentando alcanzarla, intentando dejar de admirarla.
Me acarició con la mirada y me elevó hasta sus brazos,
tan fríos...
Observé la superficie tan bella, tan letal,
tan llena de compañía y de soledad...
Quise descender al infierno terrenal,
quedé atrapada en la esfera de plata y metal.
Quise sentir algo pero me reencarné en invierno y otoñal.
En el cielo de las noches madrileñas
puedo observar el amor y la paz,
la guerra y la soledad,
y aquí encerrada, con el alma fría
con enmascarada soledad,
observándolo todo,
queriendo alcanzar,
a los sentimientos malditos que un día elevándome al cielo
quise olvidar...
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